19 abr 2012

El Castillo de los Tres Dragones


Este curiosísimo edificio podríamos definirlo como uno de los primeros ejemplos del Modernismo barcelonés. Es por ello que queremos dedicarle una mención especial, ya que es una pieza clave para entender los cambios que experimentó Barcelona en el siglo XIX.
Está ubicado en el Parque de la Ciudadela (Parc de la Ciutadella), uno de los parques más encantadores de la ciudad. Como su nombre indica, el lugar había sido ocupado por una ciudadela militar, construida a principios del s. XVIII tras la derrota de Barcelona en la Guerra de Sucesión: Barcelona había dado su apoyo a los Habsburgo, en lugar de a los Borbones, y tras un largo asedio, la ciudad cayó bajo el dominio Borbónico. El nuevo rey, Felipe V, castigó con mucha dureza la falta de lealtad de los barceloneses, e hizo construir la Ciudadela -junto con las nuevas murallas y el castillo de Montjuïch- para controlarla y reprimirla militarmente.
A mediados del S. XIX, debido al crecimiento natural de la ciudad, el gobierno de Madrid se avino a derruir las murallas para permitir esta expansión urbanística. Y es así como nacieron el Parque de la Ciudadela y el Ensanche (Eixample).
Antes de convertirse en parque, los terrenos fueron sede de la Exposición Universal de 1888, con lo que se pretendía dar a conocer la ciudad a nivel internacional, y mostrar al mundo el potencial de su incipiente industria.
Para albergar a los turistas de la Exposición, Lluís Domènech i Montaner se encargó de construir el Hotel Internacional, y el Café - Restaurante de la Exposición, dos de sus primeros edificios. El hotel, desgraciadamente, se trató de una construcción efímera, y una vez terminada la exposición se derruyó. El Castillo de los Tres Dragones era el Café-Restaurante, una construcción que tuvo más detractores que admiradores debido a su apariencia de fortaleza.
castillo de los tres dragones
Para la época debió resultar muy osado levantar una fortaleza como  lugar de recreo, ya que la crítica alabó la simetría y la bella austeridad del edificio, pero reprochó al arquitecto Domènech haber olvidado la función lúdica del edifico, es decir, que el continente no se correspondiera con el contenido.
De ahí que se bautizara con el irónico nombre del Castillo de los Tres Dragones, pues era el título de un drama romántico medieval considerado más un divertimento que literatura con mayúsculas.
Todo el edifico está realizado en ladrillo visto de tradición mudéjar, técnica muy poco habitual en la época, cuya decoración se reduce a un friso decorado con escudos cerámicos en blanco y azul, donde pueden verse diferentes figuras femeninas y masculinas. Entre ellas destaca la del marinero bebiendo ginebra, la de la payesa exprimiendo un limón, y una señorita bebiendo champán. De la austera fachada sobresalen cuatro altas torres en forma de almena, decoradas con cerámica vidriada amarilla, entre las que destaca la Torre del Homenaje y su pináculo en hierro forjado de influencia gótica.
Hasta hace poco albergó las colecciones de zoología del museo de Ciencias Naturales de Barcelona. A día de hoy no se puede visitar el interior.
castillo de los tres dragones

No es sorprendente que el conjunto de almenas, el friso de escudos, los arcos de influencia catalana y árabe, y sobre todo, su aspecto sobrio se interpretara como un edificio más típico del Medievo que de la Barcelona modernista que todos tenían en mente.


Espero que les haya gustado la visita, nos vemos en Barcelona modernista.
Saludos,
Lorena Pallás

fotos: Jorcarma


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