14 may 2012

Casa de les punxes


Casa Terrades  o Casa de les Punxes (Casa de las Puntas), Av. Diagonal, 416. Barcelona.

Pasear distraído por la Diagonal y encontrarse cara a cara con este descomunal edificio es toda una experiencia. Pero no me refiero sólo a su tamaño. Lo que más llama la atención de la Casa de les Punxes es lo fuera de lugar que parece. Y es que de nuevo el arquitecto Puig i Cadafalch lograba sorprender de nuevo al construir un edificio de reminiscencias nórdicas en plena avenida Diagonal que estaba más cerca de parecerse a un castillo medieval que a lo que la burguesía de la época esperaba de un edificio modernista.
Se trata de una de las obras de mayor envergadura del arquitecto Puig i Cadafalch, y una de las siluetas más reconocibles del Modernismo catalán.
Este ambicioso proyecto fue el encargo de tres hermanas, las hermanas Terrades, que eran las propietarias de tres casas de viviendas situadas entre las calles Diagonal, Rosselló y Bruc, quienes confiaron a Puig i Cadafalch la reforma de los inmuebles. Éste aprovechó la oportunidad para unificar los tres cuerpos en uno solo a través de una gran fachada de ladrillo rojo.

Las obras duraron dos años (1903 – 1905), y dieron como resultado una construcción imponente que ocupaba una manzana triangular de casas.
Lo que más llama la atención del edificio son las cuatro torres redondas rematadas con agujas cónicas (las “punxes”, que dan nombre al edificio) una en cada esquina. Puig i Cadafalch llevó la estilización del edificio a tal extremo, que el escritor australiano Robert Hughes, en su libro Barcelona, la describe como “una mezcla entre una casa gremial flamenca y un castillo del loco Luis II de Baviera”.
Destacan de nuevo los trabajos en hierro forjado, los miradores de estilo gótico flamígero, los balcones y paneles de cerámica con motivos patrióticos, entre los que destaca el dedicado a la figura de San Jorge (Sant Jordi, patrón de Catalunya), en el que puede leerse la leyenda: “Sant Patró de Catalunya, torneu-nos la llibertat” (Santo patrón de Catalunya, devolvednos la libertad), que fue considerada por algunos una provocación. El histriónico político españolista, Alejandro Lerroux, calificó este panel de “crimen contra la nación”, pero el arte prevaleció sobre la política y el escudo sobrevivió, incluso durante la dictadura y con una comisaría de policía enfrente.
Por desgracia, como ocurre con la mayoría de los edificios modernistas de Barcelona, es una propiedad privada, y por tanto, no se puede visitar el interior de la casa. De momento tendremos que conformarnos con contemplar la fantástica fachada, que no tiene desperdicio.
Y hasta aquí nuestra visita de hoy, espero que les haya gustado,
Nos vemos en Barcelona modernista.

Lorena Pallás.

4 may 2012

Els Quatre Gats


Para entender el espíritu revolucionario de esta encantadora taberna modernista, hay que transportarse al París de finales del siglo XIX.
Pere Romeu trabajaba como animador y camarero en Le Chat Noir parisino, y fascinado por su ambiente bohemio, quiso crear en Barcelona algo parecido, aprovechando el momento de gran creatividad y expresión cultural que allí se desarrollaba.
quatre gats
El propósito de Pere Romeu era fundar un lugar donde además de comer y beber, también se alimentara el espíritu (en palabras de Rusiñol). El local pronto se convirtió en refugio de artistas e intelectuales que acudían allí para arreglar el mundo. Entre ellos se contaban los compositores Albéniz y Granados, y pintores  como Ramon Casas, Santiago Rusiñol, Joaquim Mir y un jovencísimo Pablo Picasso. 
Para dar vida a su proyecto, eligió al arquitecto Puig i Cadafalch, que de nuevo volvía a sorprender con una arquitectura más cercana al gótico europeo que a la actual tendencia modernista, pero sobretodo por lo insólito de mezclar elementos artísticos y refinados con elementos típicos de una taberna tradicional. De nuevo Puig i Cadafalch desafiaba a quienes pensaban que el continente debía encajar con el contenido, como ya hiciera en el Castillo de los Tres Dragones (artículo anterior).
quatre gats
De Els Quatre Gats llaman la atención sus grandes ventanales ojivales con vidrieras policromadas, aunque el interior sea quizá la parte más espectacular. 
El mobiliario y las lámparas circulares de hierro forjado le dan un aire marcadamente medieval, ambos diseñados por Puig i Cadafalch, y costeadas por el pintor Ramon Casas, gran amigo de Pere Romeu. Casas pintó un cuadro en el que aparecen Romeu y él pedaleando en un tándem, se lo regaló a Romeu y éste le destinó una de las paredes más visibles de la cervecería. Actualmente la pintura del interior del local es una reproducción, la obra original se encuentra en el MNAC. 

En este local de ambiente único en Barcelona, donde el propio Romeu se sentaba con los clientes y participaba de las tertulias, se celebraron numerosas exposiciones de pintura, tertulias literarias e incluso espectáculos de marionetas y sombras chinas que atraían al público más efervescente de la ciudad (Casas se encargó de pintar carteles de estilo modernista para anunciar  las obras). Tal era el empuje cultural de Els Quatre Gats, que llegó a editar su propia revista, llamada Pèl & Ploma (Pelo & Pluma).

El mismo Picasso, que ya frecuentaba la cervecería a los diecisiete años, expondría por primera vez en la sala grande dos años más tarde. También pintó el cartel que se convertiría en la portada del menú.
Hoy día no queda nada de aquella época gloriosa, pero Els Quatre Gats sigue siendo un lugar especial, un espacio donde imaginar que formas parte de la historia, una historia que a mí personalmente me habría encantado vivir. 
Qué suerte que aún queden sitios así en Barcelona. Y más suerte aún es poder disfrutarlo tomando un café o cenando a un precio razonable.
Espero que les haya gustado la visita, nos vemos en Barcelona modernista
Saludos,
Lorena Pallás

Fotos: Jorcarma